En toda esta vorágine electorera, en donde de repente lo emocionante deja de serlo, lo cínico es más evidente, las mismas palabras, los mismos clichés, viene a sorprendernos alguien cuyo nombre es Juana Cuevas.
Confieso que no sabía quién era, nunca registré su rostro como conocido ni mucho menos su nombre… y de repente nos dan la noticia que el candidato presidencial del PRI es José Antonio Meade. Pero no venía solo. Nadie lo notó… Nadie ni siquiera la vio venir, pero ahí estaba sonriente contestándole a los reporteros aquel día del “destape” con una sonrisa y con una frescura sin igual diciendo: “José Antonio es la mejor persona para sacar adelante a México”. FIN.
No tuvo que gritar, no tuvo que sacudir su pelo en pose de Estrella, no tuvo que hacer nada, ahí estaba, simplemente brillando.
Y luego me pregunté: “¿Quién es ella? Pues ella es Juana Cuevas, Licenciada en Economía, curadora de Arte, Pintora y con un espíritu de voluntariado y de ayuda desde hace mucho.
Meade descubrió el hilo negro: Su esposa es un diamante en bruto que puede salvar incluso la vida y el declive del PRI. Y ¿por qué digo esto?
Porque es una mujer sencilla, tiene y proyecta una personalidad honesta y da la apariencia que te la puedes encontrar en todos lados, no es una mujer que sientas que te pudiera mirar por abajo del hombro.
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